En momentos donde hemos perdido el rastro hacia los dioses, es conveniente poder reencontrarse con relatos ancestrales donde la palabra nos de una aproximación al origen de la mujer, el hombre y las cosas. Los dioses siguen estando, solo que han tomado nuevas formas. Algunos creen haberlos vistos con su ojo mutados en objetos que brillan y provocan fascinación. Pero cuidado: “brillos” y “dioses” no son lo mismo. Podemos aquí decir que los mapuches no querían que sus historias sean escritas para que no se materializara su espiritualidad. Por esto, elegían cuidadosamente a quien contar. Solo lo hacían si percibían que el depositario de las mismas sabría apreciar y creer en el relato. En caso contrario, no saben ni han sabido nunca nada. Una posición por fuera de lo ecos de la fascinatio. En este sentido, los Relatos de Berta Koessler, nos regalan en esta recopilación de cuentos Mapuches , una aproximación a esa dimensión... Me refiero a la dimensión de lo sagrado a partir del punto perdido, pero no menos verdadero, del grito mítico.