July 25, 2024 16:09
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Entrevista a Héctor "Gallego" Fernández y Eduardo Valdés EDITORIAL DE LARRY LEVY++++++++ La sensación es que el Poder Real ha logrado encerrar a la praxis política en la virtualidad. El debate de la cosa pública, el de ágora griega o el del simple encuentro de los vecinos en la plaza, ese debate pareciera que ya no existe. La discusión quedó reducida a la pantalla de una computadora, o peor aún, en el pequeño ámbito del teléfono móvil. Y cuando digo debate, quizás también me esté equivocando. Porque lo que circula por las redes —twitter, instagram o facebook— poco tiene que ver con la confrontación de ideas. Se parece más a una fábrica de insultos anónimos y vacios, con enunciados fragmentados que tienen más precio que valor. En esta etapa, la política, o mejor dicho, los políticos parecen no encontrar el antídoto a esa praxis neutralizada y jibarizada por el poder económico y financiero, que maneja con habilidad, y sobre todo con dinero, los medios y la justicia. Ese enorme poder corruptor logra seducir y seducirnos, montando una escenografía virtual para cada uno de nosotros, impidiendo la construcción de un escenario colectivo. Como si el mundo transcurriese en una suceción de puestas en escena unipersonales. En todo este galimatías socio político, hay culpables… esos son fáciles de encontrar. Sabemos quienes son. Pero también de nuestro lado existen culpas, responsabilidades, deberes, obligaciones y otras virtudes y valías que desde este lado, del lado nacional y popular debemos asumir quienes estamos preocupados por el otro, o mejor dicho, por el nosotros. No sé si la palabra es autocrítica. No sé si fuimos cándidos en tratar de consensuar con todos. Lo que sí sé, es que hoy reina entre la militancia orgánica y los que nos sentamos en el bar de la esquina, una gran sensación de orfandad política. ¿Y si lo consultamos con nuestros invitados de hoy? Read more
Entrevista a Héctor "Gallego" Fernández y Eduardo Valdés EDITORIAL DE LARRY LEVY++++++++ La sensación es que el Poder Real ha logrado encerrar a la praxis política en la virtualidad. El debate de la cosa pública, el de ágora griega o el del simple encuentro de los vecinos en la plaza, ese debate pareciera que ya no existe. La discusión quedó reducida a la pantalla de una computadora, o peor aún, en el pequeño ámbito del teléfono móvil. Y cuando digo debate, quizás también me esté equivocando. Porque lo que circula por las redes —twitter, instagram o facebook— poco tiene que ver con la confrontación de ideas. Se parece más a una fábrica de insultos anónimos y vacios, con enunciados fragmentados que tienen más precio que valor. En esta etapa, la política, o mejor dicho, los políticos parecen no encontrar el antídoto a esa praxis neutralizada y jibarizada por el poder económico y financiero, que maneja con habilidad, y sobre todo con dinero, los medios y la justicia. Ese enorme poder corruptor logra seducir y seducirnos, montando una escenografía virtual para cada uno de nosotros, impidiendo la construcción de un escenario colectivo. Como si el mundo transcurriese en una suceción de puestas en escena unipersonales. En todo este galimatías socio político, hay culpables… esos son fáciles de encontrar. Sabemos quienes son. Pero también de nuestro lado existen culpas, responsabilidades, deberes, obligaciones y otras virtudes y valías que desde este lado, del lado nacional y popular debemos asumir quienes estamos preocupados por el otro, o mejor dicho, por el nosotros. No sé si la palabra es autocrítica. No sé si fuimos cándidos en tratar de consensuar con todos. Lo que sí sé, es que hoy reina entre la militancia orgánica y los que nos sentamos en el bar de la esquina, una gran sensación de orfandad política. ¿Y si lo consultamos con nuestros invitados de hoy?