March 14, 2023 10:06
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UNA MIRADA DIFERENTE AL ESCENARIO INTERNACIONAL ENTREVISTA A Ígor Moreno Unanua EDITORIAL DE EDUARDO VIOR Había una vez una superpotencia que tenía la mejor moneda de cambio. Por 35 dólares te daban una onza de oro y nadie lo dudaba, pero entonces los trabajadores norteamericanos mejoraron sus ingresos, las empresas comenzaron a trasladarse a otros países para mantener sus ganancias y la Casa Blanca mandó tropas a Vietnam. Después tuvo que mandar muchas más. En algún momento ya no tuvo con qué saldar los déficits, pero se le ocurrió la idea salvadora: desconectó al dólar del oro y empezó a emitir billetes sin respaldo. A partir de 1973 los petrodólares le permitieron seguir en la vanguardia tecnológica y armarse hasta los dientes para ganar la Guerra Fría. Finalmente, en 1989 destruyó a la URSS y quedó dueño del mundo. Había prometido ser un vencedor prudente, pero pronto olvidó su promesa. A partir de 1992 expandió la OTAN hacia el este de Europa, arrasó Yugoslavia, destruyó las Torres Gemelas de Nueva York e invadió Afganistán e Irak. No obstante su inmenso poder, no pudo evitar la crisis de 2007. Sin embargo, la superó salvando a los bancos, hundiendo a varios países europeos y aprovechando el éxito del petróleo de esquistos para seguir timbeando. Siria marcó el comienzo del fin. Cuando Rusia e Irán derrotaron al terrorismo islamista, el Imperio anglosajón tocó un límite. Con los demócratas en 2021 pareció que el sueño imperial resucitaría, pero los tiempos habían cambiado: al empujar a Rusia a la guerra de Ucrania y aplicarle sanciones nunca vistas, en realidad castigaron a Europa y empujaron a varios países – sobre todo a los árabes exportadores de petróleo y a India- a comerciar en rublos y yuanes. Estados Unidos se excedió especulando y la economía mundial ya no le cree. Hoy le perdieron la confianza los ahorristas norteamericanos. Después de dos quiebras bancarias los depositantes retiraron sus ahorros y los inversores vendieron en masa las acciones de los bancos, mientras el gobierno federal se apresuraba a asegurar que el sistema financiero era seguro. La tormenta ya salpicó a Europa y amenaza con extenderse. Quien, como nosotros, dependa de los dólares y carece de barreras protectoras, será arrastrado por la crisis. Quien descrea del dólar, descree de Estados Unidos y puede salvarse. Read more
UNA MIRADA DIFERENTE AL ESCENARIO INTERNACIONAL ENTREVISTA A Ígor Moreno Unanua EDITORIAL DE EDUARDO VIOR Había una vez una superpotencia que tenía la mejor moneda de cambio. Por 35 dólares te daban una onza de oro y nadie lo dudaba, pero entonces los trabajadores norteamericanos mejoraron sus ingresos, las empresas comenzaron a trasladarse a otros países para mantener sus ganancias y la Casa Blanca mandó tropas a Vietnam. Después tuvo que mandar muchas más. En algún momento ya no tuvo con qué saldar los déficits, pero se le ocurrió la idea salvadora: desconectó al dólar del oro y empezó a emitir billetes sin respaldo. A partir de 1973 los petrodólares le permitieron seguir en la vanguardia tecnológica y armarse hasta los dientes para ganar la Guerra Fría. Finalmente, en 1989 destruyó a la URSS y quedó dueño del mundo. Había prometido ser un vencedor prudente, pero pronto olvidó su promesa. A partir de 1992 expandió la OTAN hacia el este de Europa, arrasó Yugoslavia, destruyó las Torres Gemelas de Nueva York e invadió Afganistán e Irak. No obstante su inmenso poder, no pudo evitar la crisis de 2007. Sin embargo, la superó salvando a los bancos, hundiendo a varios países europeos y aprovechando el éxito del petróleo de esquistos para seguir timbeando. Siria marcó el comienzo del fin. Cuando Rusia e Irán derrotaron al terrorismo islamista, el Imperio anglosajón tocó un límite. Con los demócratas en 2021 pareció que el sueño imperial resucitaría, pero los tiempos habían cambiado: al empujar a Rusia a la guerra de Ucrania y aplicarle sanciones nunca vistas, en realidad castigaron a Europa y empujaron a varios países – sobre todo a los árabes exportadores de petróleo y a India- a comerciar en rublos y yuanes. Estados Unidos se excedió especulando y la economía mundial ya no le cree. Hoy le perdieron la confianza los ahorristas norteamericanos. Después de dos quiebras bancarias los depositantes retiraron sus ahorros y los inversores vendieron en masa las acciones de los bancos, mientras el gobierno federal se apresuraba a asegurar que el sistema financiero era seguro. La tormenta ya salpicó a Europa y amenaza con extenderse. Quien, como nosotros, dependa de los dólares y carece de barreras protectoras, será arrastrado por la crisis. Quien descrea del dólar, descree de Estados Unidos y puede salvarse.